viernes, 29 de mayo de 2009

My mp3 is on fire!

Pop/rock electrónico:
Team Sleep - Team Sleep(2005)



Comentario: Proyecto paralelo del vocalista de Deftones, Chino Moreno, donde se plasma la influencia que ejerce The Cure sobre el cantante; aparte hay mucha base electrónica que ambienta varias de las canciones. Un trabajo muy variado, muy espacial y abstracto pero en general ameno y muy disfrutable.

Spotify: http://open.spotify.com/track/6NGbek7GzATkMieh3QdxnG

Enlace: (ver comentarios)

El temazo: Ever(foreign flag)

Pop:
Tori Amos - Little earthquakes(1992)



Comentario: Primer disco de la cantante, quizás el más accesible de su carrera y el que marcó influencia en posteriores cantantes femeninas con voz poderosa, un disco personal, muy intimo y donde la voz es la autentica protagonista, uno de los grandes discos de los 90.

Spotify: http://open.spotify.com/track/2kpIoPi91qv54G9xSHqsRa

El temazo: Crucify

Industrial:
Skinny Puppy - Mind:The perpetual intercouse(1986)



Comentario: El industrial no nació con Nine inch nails, ni siquiera con Ministry, esta banda canadiense tiene el orgullo de ser la gran pionera en el estilo, olvidada e ignorada por muchos, pero reverenciada por otros, en este disco encontramos el tema ''Dig it'' que inspiró a Trent Reznor para hacer el tema ''Down in it'' del disco Pretty Hate Machine. Es un disco de dificil escucha, sobre todo por su vocalista pero si te gusta el estilo es un disco imprescindible.

Spotify: http://open.spotify.com/track/0n34aaJg3x1piV8KEMenyV

El temazo: Dig it

Metal:
At the gates - Slaughter of the soul(1995)



Comentario: El disco que creó el llamado sonido Gotemburgo, o death metal melódico sueco, donde impactantes riffs eran acompañados de melodias oscuras y llenas de sentimiento, para muchos es el ''Reign in blood'' de los 90 y uno de los mejores álbumes en esa década. Desgraciadamente, tras este disco la banda se disgregó, quizás debido a la enorme presión compositiva que se produjo, viendo que lo que habian creado era insuperable. Obra maestra.

Spotify: http://open.spotify.com/track/7FFGr0IHy6x5601DPE76uk

El temazo: Cold

miércoles, 20 de mayo de 2009

Estrella Levante SOS 4.8: Ese festival murciano con mala cerveza.

Un festival se puede plantear desde varias perspectivas, pero mi favorita siempre será disfrutar más de todo lo que rodea al mismo que el propio festival: el ambiente, el tiempo libre, la ciudad donde se ubica y, por lo tanto, su gastronomía, cultura, monumentos; vida a pie de calle, al fin y al cabo.


Como lo que viene a ser Murcia capital anda escasa, uno se tuvo que fijar en la música. Así vamos.


Como otro motivo de mi ausencia a cantidad de conciertos, bien por simultaneidad entre ellos, bien porque iba tan cocido que ni lo recuerdo, bien porque no me salía de los mismísimos, pasaré a comentar aquello más destacado, sin mucha intención de hacer de guía musical; tan sólo limitarme a aquellos detalles que me hicieron pensar que estuvo bien gastarse 35 € por dos días de música constante. Así de ratas que somos.


Aún saltándome el orden cronológico, destacar por encima de todo a la Mathew Herbert Big Band. No tenía ni puta idea a lo que me enfrentaba cuando conseguí entrada para el auditorio (llegado a cierto punto, misión imposible). Mathew Herbert, un hombre que hizo un disco usando una bolsa de patatas fritas, una especie de gurú de la electrónica que decide juntar una banda de jazz, los samplers más estrambóticos posibles y una voz negra que debería constar ya en algún altar de voces negras; en definitiva, el clásico ejemplo de amalgama musical que envalentona a los atrevidos, realza el gusto a exponer de los críticos y crea una imagen a lucir y cuidar porque, en cualquier momento, se puede venir abajo y mostrar la farsa que se esconde.

Por suerte, no es nada de eso.

Un recital en principio extraño, seguido de virtuoso, terminando en emoción pura y dura. Las secciones de viento –varias trompetas, saxofones- introducían en el ambiente un hálito a orquesta clásica, dirigidos todos por un director de orquesta animoso y de clara formación, que junto a una batería de jazz anabolizada y un piano clásico, impregnaban el lugar de una respetabilidad necesaria ante un público más preparado a saltar como cabras o bailar de forma absurda ante los exponentes del pop español de turno. Y en esto que entra una negra imponente, gigantesca, que pronostica una voz similar y que no decepciona.

Llega Matthew Herbert y enchufa sus cacharros electrónicos.

El sonido se disloca, los samplers sorprenden y el público se pregunta dónde coño se ha metido. La primera, la segunda; las canciones van pasando y la gente se acomoda y disfruta, creen saber que han cogido el ritmo del recital.

Entonces Matthew y su banda sacan unas cuantas revistas, especificando que se tratan del Hola en su edición española, y las desgarran; Matt (¿te puedo llamar Matt?) recoge el sonido de las hojas rotas, la banda no deja de romperlas y se lanzan pelotas de papel. No sabemos desde las gradas en qué se ha convertido esto, pero gusta, y mucho. El humor extraño crea familia, y no puedo dejar de pensar en las sonrisas esbozadas por cualquier locura de Lynch que perturba y alegra a la vez. Me viene a la mente la orquesta insonora de Corazón Salvaje, pero aquí suena, y ojala siga sonando igual.

Tras tres cuartos de horas todo calla, la gente se empieza a levantar y se vacía lo justo para un primer bis que enloquece, porque aunque hayan pasado tres minutos de ausencia, la sensación de volver a ver a unos viejos amigos permanece. Es difícil encontrar algo experimental que cree tanta cercanía, que te convenza en su parte de jazz más clásico y que, de paso, te obligue a decir “aaah” como si te metieran un palo en la boca y Matthew lo recoja con su sintetizador.

Callan, y vuelven. Aprovecho el parón para bajar una platea y acercarme del todo a ellos. La impresión de ver algo íntegro se asienta en un festival lleno de nombres, y me destroza las impresiones iniciales: que uno va a un festival a picar un poco de allí.

El concierto acaba, y la forma de acabar resulta de lo más hermoso que he visto en mucho tiempo: primero Matthew apaga sus cachivaches, el resto siguen. Ella no deja de cantar, poderosa a esta distancia, mientras la sección de viento abandona el escenario junto al director de orquesta. Ella sigue con el piano y la batería, y esta también se marcha dejándonos a los dos en unos segundos mágicos. El piano calla, queda ella sola, y en vez de callarse se va alejando del micrófono, dejándonos a los cuatro gatos que aguantamos con un fundido sonoro que se lleva la mejor expresión de fusión musical que un servidor ha visto-escuchado en muchísimo tiempo. Gracias.


Antes de seguir, decir que no tenía pensado verme todos los conciertos: primero porque resulta imposible, segundo porque uno es de carne débil y cae ante la tentación de emborracharse continuamente. Y quien dice emborracharse, también lesionarse la pierna en un momento dado. Desde aquí quiero agradecer a ese ángel que apareció en forma de muchacha que me atendió en el suelo; no lo leerás, pero con que te piten los oídos me es suficiente. Esa agua con azúcar entró mejor que cualquier cerveza (que, por otra parte, Estrella Levante debe tratarse de la peor destilada en España). También agradecer a mis acompañantes en ese momento, pocos conocidos pero con aspiraciones a conocerlos mejor.


Decía yo, música: Prodigy. No hay negritas suficientes para acentuarlos. En su tónica, que personalmente desconocía, pero contaba con referencias. Todas se cumplieron. Si bien debo admitir que quedarme a verlos fue más una cuestión de nostalgia quinceañera, al final uno disfrutó del agresivo estilo de Keith y Maxim. Cómo un dúo de saltarines pueden desafiar a su público, hacer lo que ellos quieran y estos respondan con aún más saltos. Una sensación de agresividad latente que siempre tira y nunca afloja, como una relación peligrosa de la que uno puede salir lesionado pero nunca arrepentido, el siempre agradecido sonido machacón a conciencia para que te vayas a la cama aún retumbando. Con su tiempo de actuación moderado y sin muchas florituras, quien suscribe no puede llegar a imaginarse lo que debe ser uno de los grandes de este grupo. Muchas del último, luego las clásicas. Con calma, que entren en caliente. Consiguieron que me olvidara del dolor y del cansancio sobre el cemento donde se situaba el festival. No se cómo conseguí saltar en Firestarter ni cuantos ligamentos puse en juego en el intento, pero el riesgo mereció la pena. Como en las mejores relaciones.


Destacar también Ladyhawk, otra señora que desconocía, pero que honra el estatus de diva musical sin recurrir a la fanfarria barata. Un transmuto de la hoy voceada Lady Gaga quitándole la paja y dejando un grano de pop agradable, electrónico y muy bailable. Concierto reducido, íntimo, pero con el siempre agradecido ambiente discotequero necesario para su música. A seguir para futuras listas de reproducción en fiestas y bautizos.


El pop británico al más puro estilo The Smiths estuvo representado por unas mujeres (bellas algunas, cardos otras, todas majas): Those Dancing Days deslumbraron con la energía de los que ya no están, o que están pero como si no, y que llevaron algo de dignidad al estilo ante tanto intento nacional.


Sin mucho más que destacar, el resto resultó tan predecible como preveía: Pop tontuno español que no me entra por mucho que Klaus & Kinski recurra a un metalófono de juguete y a los comentarios supuestamente cómplices con el público; otro tanto con Russian Red, de la que me estuve preguntando cómo es capaz de atraer tanta gente cuando, pongamos el caso, Jewel hacía lo mismo hace unos años y parecía como el demonio folk a matar. Supongo que tiran más dos tetas teens(metafórica y literalmente hablando) que la coherencia.


Remate asquerosamente –eso sí, muy profesional- de la ola Interpol o Editors en la forma de los CatPeople, que en su afán de homenaje terminan por plagiar todo y a todos en sus canciones llenas de frases de Perogrullo y sonidos “esto me suena”.


Puestos a despotricar, ahí estuvieron Keane en un escenario demasiado grande para ellos para un sonido demasiado estudioso, tirando a lo facilón y a una versión de Bowie de la que éste no estaría –supongo- especialmente orgulloso. Sin tampoco tenerles en alta estima, hubiera esperado un paréntesis de pop agradable entre banda y banda. No me lo dieron.


Allí estuvo Duffy, otra de la que esperaba lo mismo, y terminó haciéndomelo pasar entre genial y fatal con su particular homenaje a Alvin y las Ardillas. Si no fuera por una cuestión biológica, pensaría que son familia.


Otro momento de bochorno fue ver a Pete Doherty y su cuadrilla, los Babyshambles (entre los que se encontraban un rockero castizo de cepa, supongo yo, a tenor de sus palabras) ,tirar por la borda el nuevo rumbo que estaban tomando con su último disco a base de las mismas tonterías de siempre: pogo a destiempo, “locuras” sobre el escenario y una actitud nihilista de pega que, a estas alturas, ya no cuela. Otro escenario gigantesco para tan poca cosa.


Para terminar, lamentar que me perdiera a PJ Harvey junto a John Parish por cuestiones ajenas, y que me jodió enormemente a raíz de los comentarios de los que sí asistieron. No lo dudo que sería enorme, y lo dice quien disfrutó de sus conciertos minimalistas libres de ropa interior. Otro agradecimiento a Píyi.


Del resto, o bien estaba lesionado, o bien estaba borracho, o bien de animosa charla sin prestar atención a la música. Elijan lo que elijan, acertarán.

jueves, 14 de mayo de 2009

My mp3 is on fire!

Pop-Progresivo:
Steve Hackett - Please don't touch (1978)


Comentario: segundo disco en solitario del ex-guitarrista de Genesis Steve Hackett, y primero tras el abandono de la formación. Aqui se introducen nuevos elementos y estilos al clásico sonido progresivo de los 70 del guitarrista, desde pop a soul con esa maravilla de canción cantada por Randy Crawford ''hoping love will last''. Más variado que su disco antecesor pero con un nivel algo inferior pero excelente disco al fin y al cabo.

Spotify: http://open.spotify.com/track/1OHZGlNJLKyUoeAaDQSdx7

Enlace: (ver comentarios)

El temazo: hoping love will last

viernes, 8 de mayo de 2009

Megadeth: bajo la máscara

Gracias a Youtube he podido saborear un documental que profundiza sobre los inicios y desarrollo de una de las más grandes bandas de la historia del rock duro y una de las que más ha marcado mi vida como melomaniaco: Megadeth.
El documental pertenece a VH1 y como es clásico en esta cadena más que centrarse en la música se centra en los entresijos del grupo, sus problemas y desavenencias; en este caso hay bastante información ya que su líder y creador Dave Mustaine vivió durante muchos años una serie de adicciones muy profundas.
Es un retrato duro y muy interesante de una gran banda; está dividido en 12 partes y subtitulado.